El fascismo y la inteligencia

La novela de Philip Roth “The Plot Against America” fantaseaba con la idea de que hubiese llegado a la presidencia de Estados Unidos un filonazi, como era el aviador Charles Lindberg, y el efecto que su ascenso a la Casa Blanca hubiera producido en la sociedad estadounidense. La crítica en ‘The New York Times’ calificó la obra como «una novela política terrorífica, siniestra, vívida, onírica, absurda y, al mismo tiempo, espeluznantemente plausible». No ha sido Lindberg en 1940, sino Donald Trump en 2025 el que está implantando un fascismo de nuevo cuño en EE.UU. Y como en la ficción de Roth, lo hace venciendo en unas elecciones libres habiendo sido propuesto como candidato por el Partido Republicano.

El ejercicio de la presidencia por parte de Trump está resultando una realidad política «terrorífica, siniestra, vívida, onírica y absurda» cuyos efectos ya se empiezan a vislumbrar. A diferencia de Lindberg, que era un individuo formado e inteligente que supo rectificar sus posiciones próximas a Hitler, Trump y las personas de las que se rodea se caracterizan por un comportamiento atrabiliario y poco meditado que se refleja en iniciativas tontilocas que consiguen lo contrario de lo que el presidente estadounidense proclama estentóreamente. La bolsa ha reaccionado con una caída sostenida en las cotizaciones, especialmente de las acciones de los magnates trumpistas, que no parecen compatibles con ese futuro esplendoroso de los que quieren ‘Make America Great Again’ (MAGA) —hacer Estados Unidos grande de nuevo—.

Todavía no se pueden apreciar todos los efectos del aislacionismo en la economía del país norteamericano, pero no tardarán en aparecer los signos de estancamiento, en un país que importa gran cantidad de bienes, cuando entren en vigor los anunciados aranceles. El dos de abril puede ser una fecha clave para la evolución de la economía estadounidense y para otras, como la europea, también. La globalización ha traído una interdependencia de los sistemas productivos de prácticamente todos los países del mundo, de tal modo que revertir sus efectos se antoja tarea imposible. En todo caso, parece muy poco inteligente poner barreras a los productos llegados de fuera de las fronteras de Estados Unidos, cuando sus propias cadenas de montaje son dependientes de esos productos, por ejemplo, en el sector del automóvil.

Fascismo e inteligencia han sido antagónicos siempre. Hay numerosos científicos que se están planteando salir de Estados Unidos porque temen ser perseguidos ellos o que los centros de investigación en los que trabajan vean recortadas las inversiones estatales dentro de la campaña de adelgazar la presencia del Estado, de modo que sea imposible continuar sus investigaciones. Si una de las grandes virtudes de EE.UU. ha sido la capacidad para atraer talento, ahora parece emprender el camino contrario con el resultado fácilmente predecible de frenazo a la innovación. Puede ser ocasión para atraer talento a nuestro país, ofreciendo estabilidad a la investigación científica; eso requiere dotar con fondos suficientes los centros de investigación, agilizar la convalidación de títulos, o incluso la obtención de la nacionalidad. Es decir, eliminar los escollos actuales.

En la ficción de Roth se describían deportaciones de judíos dentro del país. Hoy la realidad con Trump es mucho más cruda. Se está deportando inmigrantes a las hacinadas megacárceles de El Salvador sin mediar proceso judicial alguno y con total desprecio de sus derechos. Por si fuera poco, la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos ha visitado estas cárceles y se exhibido delante de auténticas jaulas repletas de presos en una obscena escenificación de la amenaza que pende sobre los inmigrados. Poco importa que algunos tengan papeles en regla, como los titulares de los ‘parole’ otorgados por Biden. Ya se ha encargado el actual presidente de declararlos nulos.

Ni la crueldad ni la falta de inteligencia pueden sorprendernos, son connaturales al fascismo. Como para no estar prevenidos frente a los amigos de Trump en Europa, los abascales.

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
30/03/2025


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