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Democracia y redes sociales |
¿Se iría usted de viaje con un tipo narcisista que cree que el mundo orbita alrededor de su propio ombligo, extravagante hasta lucir un peinado imposible y exhibir un extraño bronceado, y verborreico hasta el delirio?¿Y confiaría el gobierno de su país a ese raro ejemplar de ‘Homo erectus’ que tiene sexo con una estrella porno y paga su silencio con dinero del contribuyente? ¿Le votaría siendo usted mujer después de escucharlo decir que a las mujeres hay que agarrarlas por el coño? Pues el inefable Donald Trump es ya presidente de los Estados Unidos porque los votantes así lo han elegido. Y viene acompañado de un no menos estrambótico lugarteniente, Elon Musk, que insulta a dirigentes europeos y celebra la victoria de su conmilitón con pueriles y ridículos volatines. No pecaré de ingenuo si afirmo que cualquier adulto sensato sentiría repelús a asociarse de cualquier modo con tan grotescos personajes.
Sin embargo, una mayoría de estadounidenses han votado a Trump olvidando, por ejemplo, que había animado a tomar violentamente el Congreso de su país y que habían respondido a su llamada figuras tan impactantes como la de Jake Angeli, el joven de torso desnudo, cara pintada con la bandera de su país y pintorescos cuernos de búfalo. Cito cosas realmente impresionantes y que están a la vista de todo el mundo para encontrar explicación a cómo tantos millones de votantes pasan por alto todas estas señales de alarma a la hora de depositar su voto en las urnas.
Es evidente que los que han ascendido al poder con Trump dominan los medios de comunicación de masas y las redes sociales. Estas últimas incluyen toda la parafernalia oculta de algoritmos, bots, y demás potentes armas para inducir sesgos en la información. Y también parece probado que las masas son manipulables con estas poderosas herramientas. Hay aquí una convergencia clara de intereses. Los propietarios de las redes quieren mantener sus algoritmos en la oscuridad para seguir manejándolos a su antojo de modo que les produzcan más y más beneficios. La comparecencia de Mark Zuckerberg ante el Senado de Estados Unidos en 2024 fue suficientemente esclarecedora de cómo eliminó los mecanismos de protección a menores en Facebook a sabiendas de que esa eliminación había producido daños a menores en su red social. Anteriormente, en 2018, Zuckerberg ya había reconocido en el Congreso que la fuga de datos de Facebook a Cambrigde Analytica se produjo por una negligencia de su empresa. Se comprende el ataque de Musk a dirigentes europeos porque es en Europa donde algunos dirigentes comprometidos con el mantenimiento de las democracias se muestran preocupados por la capacidad manipuladora de conciencias de las redes y quieren ponerle coto a través de regulaciones legales. No obstante, tampoco podemos caer en la trampa de atribuir al poder manipulativo de las redes los resultados electorales que menoscaban las democracias por el hecho de que los propietarios de las mismas se mueven más cómodamente con regímenes autoritarios. La imagen de Milei desaforado blandiendo una motosierra debería asustar a cualquiera. Y también él venció en las elecciones argentinas de noviembre de 2023.
Cabe, por tanto, preguntarse qué es lo que anestesia la sensibilidad de los votantes que no se ponen en guardia ante candidatos tan excéntricos. Las respuestas son muy complejas. Seguramente es necesario indagar en los resortes psicológicos que activan la simpatía hacia esos candidatos a los que la mera lógica desaconsejaría apoyar. La sociología y la economía también pueden aportar claves que permitan explicar por qué muchos votantes ponen en manos de ese tipo de gente su libertad y les confían la gestión de la cosa pública. Mientras tanto, más vale apoyar las democracias en las que todavía es posible la regulación de los medios de información, de los tradicionales y de los nuevos, incluyendo los que se rigen por la IA. Porque detrás de todo algoritmo está quien obtiene beneficio de él y ese beneficio muchas veces no coincide con el interés general que debe salvaguardar la democracia. |
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Artículo
aparecido en:
La Opinión de Murcia |
Fecha publicación:
26/01/2025
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