Los peligros del narco

Los que tenemos ya una edad recordamos aquella época en que los radiocasetes volaban de los automóviles. Incluso se empezaron a fabricar extraíbles y era común ver a mucha gente salir del coche con su radio bajo el brazo, porque dejarlo en un coche aparcado en la calle era arriesgarse a que no estuviera cuando volvías. Yo siempre sostuve, no sin indignación, que los malvados cacos robaban esos artilugios porque había muchos honrados ciudadanos que no tenían reparos en comprarlos más baratos que en las tiendas del ramo. Receptación es la figura legal.
Se podría decir que con las drogas ocurre otro tanto de lo mismo. Hay poderosas organizaciones que trafican con sustancias estupefacientes porque hay un mercado dispuesto a absorber toda la oferta existente. Y es preciso rendirse a una evidencia. Tras muchos años de lucha, más o menos intensa, de los Estados contra el narcotráfico, la demanda de estupefacientes rara vez se ha visto desabastecida. Por eso no conviene ser ingenuamente optimista con relación a la erradicación de las mafias del narcotráfico. Sin embargo eso no debe ser un obstáculo para bajar la guardia con relación a los traficantes. El reciente asesinato de dos guardias civiles en Barbate pone de manifiesto que, cuando se las deja crecer y arraigarse, las organizaciones criminales van colonizando el Estado, empezando por el monopolio de la violencia.
Tenemos una amplia experiencia de la proliferación metastásica del narcotráfico. El narco infiltra, corrompe, coloniza y acaba por fagocitar el Estado convirtiéndolo en fallido. Hay ejemplos evidentes de narcoestados en los que la violencia, los asesinatos indiscriminados, los feminicidios, la trata de personas y la injusticia, en suma, campan sin cortapisas ni complejos. Esa colonización del Estado no sucede de la noche a la mañana sino paso a paso. Empieza cuando los narcotraficantes consiguen espacios de impunidad. En la zona del Estrecho de Gibraltar hace tiempo que se viene denunciando que las mafias gozan de esa sensación de impunidad: descargas de fardos de droga a plena luz del día, narcolanchas atracadas en los puertos —como la que arrolló la de los dos guardias civiles—, tiroteos, rescate de presuntos narcotraficantes detenidos y el reciente asesinato de los dos servidores públicos. En España, ha habido también casos de responsables de la lucha antidroga corrompidos por aquellos a los que debían combatir. En aquellas primeras operaciones contra la droga en Galicia ya se puso de manifiesto que algunos directivos de banca habían colaborado en el blanqueo de dinero procedente del narco. Y es un hecho que la inmensa cantidad de dinero que genera la droga encuentra con mayor o menor facilidad cauces a través de los cuales penetra en el sistema.
Al igual que la labor de los bomberos no es tanto impedir que haya incendios como extinguirlos lo antes posible cuando se inician, las instituciones del Estado —judicatura, fiscalía, policía, etcétera— no pueden fijarse la utópica meta de abolir el narco. Como hemos dicho, hay traficantes porque hay demanda de sustancias y esta no va a desaparecer. La misión es actuar de cortafuegos para que el narco no corrompa y colonice estructuras del Estado causando dolor, muerte e injusticia. De ahí que sea culpable por omisión un Gobierno que baja la guardia ante el narco porque reducir la vigilancia está favoreciendo su proliferación. Hace tiempo que se viene señalando esa dejadez que se traduce en la precariedad de medios. Nada lo ejemplifica mejor que una zodiac de 5 metros de eslora enfrentándose a una narcolancha de 14 metros y una diferencia de peso y potencia abrumadoras. También fue disuelta en septiembre de 2022 la OCON-Sur, el grupo de elite de la Guardia Civil para combatir el narcotráfico formada por 150 hombres disponibles las 24 horas del día los 7 días de la semana sin que se sepan a esta hora los motivos o razones de su disolución, ni si está previsto que sea sustituida en breve por alguna similar.
El incremento de poder del narco tiene un punto de no retorno a partir del que su grado de infiltración social es tal que resulta imposible de erradicar, porque los teóricamente encargados de hacerlo ya están a su servicio. Tampoco hay que olvidar que no es necesario que el narco llegue a dominar todo un Estado para adueñarse de vidas y haciendas. Cuando llega a dominar un territorio puede tener un eficaz control sobre la sociedad, con las consecuencias que conocemos. Y tampoco hay que ir muy lejos para encontrar situaciones que hace unos años nadie habría imaginado. En los Países Bajos, nada menos que la princesa Amalia, heredera del trono, hace más de un año que está confinada en su palacio porque está en la diana de la Mocro Mafia, lo mismo que altos cargos de los gobiernos holandés y belga.
Podrá discutirse si el ministro de Interior, Grande Marlaska, debe dimitir o no, pero ya está tardando en trazar un verdadero y serio plan nacional contra el narcotráfico antes de que su expansión llegue a un punto de no retorno.

Artículo aparecido en:
La Opinión de Murcia

Fecha publicación:
18/02/2024


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