Del puente a la sentina


Capítulo 37

Esperando a los bárbaros


Los grandes patrones de empresa obran siempre de la misma manera. Corren a buscar quien les eche una mano cuando ven peligrar su poltrona. Y en esos momentos de zozobra sí que saben perfectamente quién les puede sacar las castañas del fuego. Saben qué hacer para dar conmigo y contratarme, pero después no me conocen. Soy la puta que todos buscan, pero solo quieren tener tratos conmigo donde nadie los pueda ver. Cuando la cosa sale a la luz, nadie me conoce. Dicen que nunca trataron conmigo y, como mucho, reconocen que su jefe de seguridad algo les habló del asunto, pero que no les entregó ningún documento. Y digo yo ¿cómo es, entonces, que han pagado la cantidad que su señoría afirma que me han pagado sin que los jefes se enteraran de quién estaba cobrando esa pasta gansa ni a cambio de qué?

Y, por otra parte, según he leído en la prensa, el presidente de la empresa asediada por Albareda y los mexicanos, el tal Rodolfo Sinesio, se puso en contacto con el otro empresario, Jordi Vallés, que tenía fuertes intereses en la empresa de Sinesio. Me consta que los dos directivos le han contado a su señoría que, como en una conversación de pasillo sin importancia, Sinesio le dio a Vallés la noticia de que Albareda, con el apoyo mexicano, planeaba un asalto en toda regla y al que se lo cuentan zanja la cuestión diciendo que se lo dirá a su encargado de seguridad. Y ahí queda todo. ¡Vamos, señor juez! Eso no se lo cree nadie. Una cosa así se discute a fondo y con todo detalle, y se esboza una estrategia conjunta para frenar la toma de control hostil. Por si fuera poco, esos dos sagaces empresarios confiesan que sus jefes de seguridad nunca les comunicaron datos relevantes. Y ellos seguían tan tranquilos, enfrascados en sus cosas sin hacer nada ante el intento de asalto. O sea, que saben que hay una operación empresarial en su contra, les encargan a sus jefes de seguridad que se ocupen del tema y, a pesar de que estos no les aportan ninguna información de interés, según afirman, siguen tan templados. En vez de dos capitanes de empresa parecen dos romanos despreocupados, sentados a la sombra bebiendo un refresco sosegadamente, mientras esperan la llegada de los bárbaros. Y pretenderán que su señoría y la opinión pública se crean esa patraña. Si hasta los manguis en la comisaría se montan excusas más creíbles, señoría.

Publicado el 7 de agosto de 2022.


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