Del puente a la sentina


Capítulo 18

El peligro de la bala rebotada


Ahora parece que se le ha dado la vuelta al calcetín. En su día, una jueza, con muy buen criterio, había desechado la denuncia del arquitecto Casas por las contradicciones en las que había incurrido. Pero ahora, en medio de una causa general contra mí, se me acusa de haberlo urdido todo y la acosada pasa a ser acosadora para la que se pide cárcel. Todo son invenciones puras de una mente calenturienta, señoría, que se quiere aprovechar de que yo ahora paso por horas bajas y se me puede culpar de todo, que sale gratis. O sea, que, según este sujeto, Cristina Bélmez me contrata a mí para hacer creer que ella es la acosada, y mis servicios han consistido en seguir al arquitecto y enviar mensajes y hacer llamadas amenazantes a la señora Bélmez y personas de su entorno desde un teléfono prepago, desde cerca de donde él estaba en cada momento haciendo gestiones o comprando en una farmacia, por ejemplo.

Incluso el marido recibía llamadas y cartas en las que se le advertía de que la zorra de su esposa le ponía los cuernos con cualquier guaperas que se pusiera a tiro. Imagínese la zozobra del marido, por mucho que su esposa le explicara que todo aquello era mentira y que solo obedecía a la mente enferma de un tipo que estaba obsesionado con ella.

En realidad, la señora Bélmez de la Talanquera me contrató, creo, para poder aportar pruebas a su marido y que se diera cuenta de que el arquitecto es un tipo desquiciado que, por lo que sea, que yo supongo que es porque ella se cansó de él y de su jueguecito, trata de perjudicarla creando un clima insostenible en su propia familia y en su círculo de amistades. ¿Cómo iba a ser ella misma la que estuviera detrás de todas esas llamadas y mensajes? ¿Pero en qué cabeza cabe? ¿Qué clase de amistad es esa que utiliza a su círculo más cercano para tener una coartada frente a la posible denuncia del arquitecto contra ella, antes incluso de que se presentara? ¿Es que alguien en su sano juicio mandaría a su entorno más cercano, por terceros interpuestos a los que, cómo no, yo dirigiría desde la sombra, mensajes que la comprometían a ella misma? ¿Cómo podría yo estar impulsando todas esas falsas llamadas y mensajes a los allegados de la señora Bélmez para defenderla de las acusaciones de acoso que le hacía el señor Casas y que, según la versión de Casas, respondían a la verdad? No, señoría, yo no soy un aficionado y eso parece el argumento de una mala telenovela. A mí me contrató la señora Bélmez porque había sido denunciada por el arquitecto y no sabía cómo defenderse de una acusación así.

Publicado el 19 de julio de 2022.


Volver a página anterior