El arquitecto Casas sostiene que la señora Bélmez de la Talanquera fue mostrándose más y más caprichosa con el tiempo. Asegura que en una ocasión le dijo que con su dinero solo podía comprar los planos del chalé, pero no su tiempo. Porque ella lo requería cada vez más. Que lo invitaba a comer o a ir al cine juntos y, según Casas, él al principio no podía o no sabía negarse -a fin de cuentas, la que iba a pagar los planos era la señora Bélmez de la Talanquera-, hasta que la actitud de ella llegó a ser intolerable. Que ella reaccionó muy mal ante sus primeras negativas y que entonces, según él, empezó el acoso propiamente dicho y las amenazas. Casas temía por su carrera porque ella llegó a decirle que se la iba a arruinar.
Él dice que recibía constantes llamadas de teléfono proponiéndole citas, y que muchas veces le resultaba difícil encontrar excusas para no asistir. En una ocasión, según la denuncia que presentó en su día, estando él en Londres en una convención de arquitectos, ella apareció en la habitación de su hotel, sin que supiera muy bien cómo pudo conseguir la información, con unas exigencias inaceptables. Pretende hacer pasar eso como una prueba de que ella estaba asesorada por alguien que lo espiaba y sabía de sus movimientos. Blanco y en botella: había una conjura policial en su contra, de la que yo, ¿quién, si no?, era el organizador. Cuando se llevaron ante el juez todas las llamadas y mensajes hechos desde su ubicación con un teléfono prepago donde quedó claro quién acosaba a quién, se empeñaba en negar que fuera él el autor de los textos y de las llamadas hechas desde ese móvil. Pretendía hacer creer que todo eso era obra de alguien que lo seguía muy de cerca y que por eso las llamadas parecían hechas desde su ubicación. El caso es que el señor arquitecto no se contentaba con acosar a mi clienta, la señora Bélmez, también recibían insultos y amenazas personas que de alguna manera habían estado relacionadas con ella. Ya sé que Bélmez no responde al prototipo de mujer casada y sin relaciones con otros hombres que no son su marido. Pero sus posibles infidelidades no la convierten en acosadora, señoría, es al revés, la acosada era ella por un arquitecto brillante pero de carácter inestable, por decirlo de manera suave.
Publicado el 18 de julio de 2022.
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