Del puente a la sentina


Capítulo 13

Un servidor del pueblo


No, señoría, no es algo que me esté inventando ahora para justificar las cosas de las que se me acusa. Yo no escondía a nadie mi condición de funcionario de policía.

No, tampoco a mis superiores. Ya he perdido la cuenta de los ministros del Interior para los que he trabajado y nadie me puso pegas. Cuando todo empezó a salir en la prensa por obra y gracia del agente encubierto Aguirre, incluso se me abrió un expediente resuelto con todos los pronunciamientos a mi favor. Y mi trabajo siempre fue de interés público. El dinero que me han pagado a mí siempre lo han puesto particulares sin costarle nada a la hacienda pública. Así que, como le digo ¿qué buen policía no le va a echar una mano a quien le está ahorrando dinero al Estado? Eso no es como para meter a nadie en la cárcel.

Sí, sí, ya sé que hay más casos que este en los que la policía me pasó información sacada de sus bases de datos. En todos los casos se traba de anticiparse a posibles estafas o incumplimientos de contrato. Y ya se sabe que todo estafador es además un defraudador. Así que, de una manera u otra, el beneficiado siempre es el Estado.

No me pregunte qué más servicios le hicieron mis empresas a la de Garzo, que los que confiscaron mi material le envíen de una vez la documentación que les requiere, que no hacen más que darle largas. Ya sé que Garzo trata de escurrir el bulto y le quiere cargar todos los muertos a Valdeón, como si Valdeón no me hubiera apretado nunca a mí las tuercas porque a su vez Garzo se las apretaba a él. "Tienes que darme solomillo" me dijo una vez que le pasé un informe de treinta y tantas páginas. "Eso no lo lee nadie", me decía. "Hazme un resumen que tenga solo el solomillo, dos o tres páginas como mucho. Garzo paga mucha pasta, pero exige mucho también". Yo siempre trabajé convencido de que Garzo estaba al tanto de todo, aunque, claro, no tengo pruebas.

No, no. Yo nunca despaché con él. Mi contacto era Valdeón. Y a lo mejor fue Valdeón el que recomendó que me contrataran. Pero no descarto que la fama de tener buenos contactos y de ser eficaz que me acompaña desde hace mucho tiempo hubiera llegado hasta Garzo, que esa gente tiene el oído muy fino, y que fuera él el que le mandó a mi antiguo colega que me contratara. Todo esto son conjeturas, señoría. Pero si le parece mucha pasta la que me pagó Garzo, apriétele usted con eso. No podía salir tanta pasta de su caja sin que él lo supiera, digo yo.

Publicado el 14 de julio de 2022.


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