Mi excolega y jefe de seguridad del banco temía que el albanokosovar que había compartido celda con el chantajista Candeleda se la jugara y le montara un desparramo a Garzo. Así que me tocó a mí conseguir información del círculo de compatriotas con los que se movía y de cuáles eran las andanzas del alegre grupo. Tipos duros y preparados, de eso no cabía la menor duda. Muchas veces basta con que la gente se sienta vigilada para que se ponga muy nerviosa. Estos antiguos guerreros convertidos en soldados de fortuna y especializados en robos industriales empezaron a dejar de poder trabajar a gusto al no poder moverse a sus anchas por la vigilancia que sentían en el cogote y que yo les había puesto encima.
Llegados a ese punto, era muy fácil hacerle saber al jefe de los albanokosovares cuál era el motivo de que tuvieran siempre encima a los sabuesos. Ellos mismos convencieron al antiguo compañero de celda de que, aunque le hubieran ofrecido un buen dinero por joder a Garzo, era más lo que estaban perdiendo todos al ser seguidos tan de cerca con sus teléfonos supuestamente, fíjese que digo supuestamente, intervenidos. Así que nada mejor que la cuña de la propia madera para anular la posible venganza. Garzo y Valdeón podían dormir tranquilos gracias a mis servicios. Dígame su señoría si lo caro no sale barato al fin y a la postre.
Por cierto, cuando todavía estaba en libertad, Candeleda celebraba reuniones y foros de juristas a los que asistían algunos colegas de su señoría. No digo yo que hubiera algo turbio en esas jornadas, para nada. Lo que si había observado era que algunos eminentes magistrados trataban con mucha familiaridad a Candeleda. Parecía reinar la armonía entre ellos. Además, en esas jornadas se pagaba a los ponentes, algunos de ellos, jueces. Que seguro que no incurrían en incompatibilidades legales y declaraban esos ingresos, por supuesto. Es cierto que, antes de que los metan presos, los delincuentes que luego acaban en la cárcel, no llevan puesto el cartel de delincuente. Si es que hay amistades que uno lamenta no haber sabido antes que eran peligrosas. Pero bien está lo que bien acaba, el chantajista entre rejas y los jueces impartiendo justicia.
Publicado el 12 de julio de 2022.
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