Diario apócrifo


Capítulo 57

Un contradiós


Me jodió que el verdugo de Villarejo en la prensa y, en cierto modo el que dio origen a todas las filtraciones del expolicía, fuera un antiguo servidor mío, el encargado de comunicación —el dircom, que se dice ahora— de la Casa Real. Por cierto, que ese periodista hizo hace poco unas declaraciones en un podcast asegurando que Sofía y yo no hacíamos vida juntos. Llegó a decir que éramos “una familia española desestructurada”. Hay que joderse. Una familia española desestructurada, va y dice el tío. El Rey no tiene familia. La familia real, las familias reales son un conjunto de profesionales antes que cualquier otra cosa. Está el soberano, el o la consorte, el heredero, el heredero del heredero y los miembros de la línea sucesoria. Eso es lo que deberían tener claro. Si además se llevan bien, pues miel sobre hojuelas. Yo, por ejemplo, a mis dos hijas las quiero un montón. Pero lo que cada uno debe saber siempre es cuál es su papel y obrar conforme a él en lo público. Y lo privado cuanto más oculto, mejor. Mi prima Isabel y su marido lo entendieron a la perfección. En cambio, los demás miembros de la familia real británica tampoco es que hayan sabido estar. Uno puede pensar que se casa por amor, pero el matrimonio es otra cosa en las casas reales. Sofía lo supo entender así durante muchos años. Lo que pasó fue que, cuando determinadas cosas salieron a la luz, todo se fue al carajo. El mayor error de mi vida fue enamorarme de Corinna, eso lo tengo que reconocer. Mira que me advirtieron. Pues no va la tía y me pide una indemnización de 146 millones de euros en los tribunales ingleses, como si no se hubiera llevado ya bastante. Pero yo hice muchas tonterías a causa de haberme encaprichado con ella. Y desde luego que no supe ver lo fría y lo calculadora que podía ser. Lo demás todo fue ir pendiente abajo. Desde el “lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir”, que en mala hora seguí ese consejo, la abdicación y este maldito exilio, todo ha sido un puto disparate. Con lo que España me debe a mí, verme ahora desterrado —que aunque sea un destierro voluntario y dorado, no deja de ser un destierro— y, sobre todo, vilipendiado es un contradiós. Menos mal que algunos están de mi parte, aunque con el resultado de estas últimas elecciones veo difícil que yo pueda volver definitivamente, como he llegado a acariciar. A ver en qué para todo eso.

Publicado el 26 de agosto de 2023.


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