Diario apócrifo


Capítulo 33

El dictador moribundo


Todo lo que rodeó a la muerte de Franco fue macabro y pura zozobra para mí. En torno al moribundo revoloteaban todas las aves carroñeras. Doña Carmen, con sus rasgos afilados, su nariz aguileña, y su extrema delgadez, era lo más parecido a un buitre. Pero había más.

Cuando la enfermedad de Franco lo llevó a nombrarme Jefe del Estado de manera interina pasé un auténtico calvario. Estarse quieto era malo. Pero peor podía resultar que alguno de mis movimientos no le gustara. Él podía recuperarse y recobrar la Jefatura del Estado cuando quisiera. Y también podía nombrar sucesor a Alfonso de Borbón. Toda su familia y el entonces llamado Búnker con el falangistazo de Girón de Velasco, El León de Fuengirola, presionaban sin tregua para que Alfonso fuera su sucesor.

En ese ínterin en que fui jefe del Estado provisional estuve en la cuerda floja en dos ocasiones, aunque la segunda llegó a ser la definitiva. En esa, tuve que tragar quina con la Marcha Verde que me montó el que luego se llamaría a sí mismo mi hermano, el astuto Hassan II de Marruecos. No me quedó otro remedio que ceder la soberanía sobre el Sáhara a Marruecos y Mauritania. No podía mandar al ejército contra los trescientos mil civiles que el rey de Marruecos había logrado movilizar en la frontera de la que entonces era la provincia española del Sáhara. En realidad, tocaba descolonizar como se había hecho con Guinea Ecuatorial. Pero el zorro de Hassan, con el apoyo tácito o expreso de Estados Unidos y Francia, ambicionaba el Sáhara y puso en marcha la famosa Marcha Verde. Ceder la soberanía con Franco moribundo y toda la familia conspirando en torno a él, especialmente doña Carmen, el yerno, Cristóbal Martínez-Bordiú, el del trasplante de corazón, y todo el Búnker detrás hizo que no me llegara la camisa al cuerpo. Sin duda fueron tiempos difíciles para mí.

Publicado el 2 de agosto de 2023.


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