Diario apócrifo


Capítulo 27

En tierra de nadie


Bueno, al fin me veo en Sanxenxo con unos días por delante para regatear. No voy a contar aquí mis peripecias a bordo del Bribón, que eso es disfrutar y no hay palabras para explicarlo. Pero bueno, le he tomado tal gusto a esto de escribir mis impresiones —quién me lo iba a decir— que voy a seguir haciéndolo más o menos todos los días, después de la navegación y las celebraciones con los amigos.

En fin, sigo dándole vueltas a mis desventuras, porque es lo único que me viene a la cabeza cuando leo cosas sobre mí que solo se refieren a los antiguos días de vino y rosas. Lo son también estos que estoy pasando en Galicia. Pero no, no todo fue disfrutar. Por ejemplo, durante mucho tiempo las discrepancias entre mi padre y Franco me pillaban en medio y llegué a sentirme muy incómodo. Mi padre me utilizaba como moneda de cambio con el dictador y estaba empeñado en ser rey, aunque sabía que eso solo podía llegar de la mano de Franco. Cuando se percató de que el dictador lo había descartado a él y apostaba por mí, no paraba de aleccionarme cuando estaba con él. Aprovechaba las vacaciones de las Academias Militares y las de mi formación universitaria, que fue tan sui géneris. Resultado de esa pelea entre los que se consideraban mis mentores, se desechó el plan original de formarme en la Universidad de Salamanca. Pero no, en lugar de poder disfrutar de la vida universitaria, como disfruté de la convivencia con gente de mi edad en las Academias Militares, acudían a darme clases profesores universitarios seleccionados. Aunque lo peor era cuando estaba en Estoril. Mi padre no hacía otra cosa que advertirme en qué cosas no debía transigir con el dictador. Esa desconfianza hacia mí empezó a resultarme asfixiante. Sobre todo, esa permanente sospecha de que yo estuviera cediendo ante las presiones del Caudillo y sometiéndome a su voluntad.

Aún después de haberme casado con Sofía, el tira y afloja entre mi padre y Franco me pillaba a mí en medio. Vivíamos ya en La Zarzuela, que había sido acondicionada para nosotros dos personalmente por la mujer de Franco. Pero no teníamos ninguna función oficial y así estuvimos viviendo más de 10 años, que se dice pronto, sin que Franco se decidiera a hacer públicos sus planes, si es que los tenía claros, que yo creo que, como buen gallego, ni él mismo sabía lo que quería. Y Sofía aguantando igual o más que yo, hay que decirlo.

Publicado el 27 de julio de 2023.


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