Diario apócrifo


Capítulo 20

Secuelas


“Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a suceder.” Todavía hoy, trece años después y a miles de kilómetros de distancia, se me suben los colores de la vergüenza que me da haber aceptado pronunciar esas tres frases delante de las cámaras de televisión a mi salida del hospital después de lo de Botsuana. La idea fue del lumbrera del jefe de comunicación de la Casa Real. El mismo que levantó la liebre sobre las actividades de Villarejo en la prensa que tanta cola trajo. Ese mal precedente fue lo que hizo que una periodista osada, la primera vez que fui a Sanxenxo a regatear con el Bribón, aprovechando que tenía bajado el cristal del coche para saludar, me preguntara si iba a dar explicaciones “¿Explicaciones de qué?” le contesté. El rey no tiene que dar explicaciones y el error fue darlas a la puerta del hospital. Aquello fue un momento de debilidad y solo me lo explico porque acababa de salir de una operación complicada.

La cosa empezó al día siguiente del accidente cuando intenté levantarme de la cama. Imposible. El dolor se hacía insoportable por momentos y cualquier movimiento lo multiplicaba. Vinieron a verme y ya les dije que la cosa parecía seria. Avisaron a Corinna, que fue la que tomó la decisión de llevarme a España. No podía quedar en manos de unos matasanos de Botsuana, aunque allí hay algún hospital decente. La verdad es que la rubia se sabe mover. Es una mujer de recursos. En un pispás tenía un avión esperándome para salir a toda prisa para España. Cuando llegué, me llevaron directamente al hospital y ya estaba un equipo de médicos preparado para lo que hiciera falta. Y la verdad es que hacía falta una reparación de las gordas. Ni me quiero acordar de cuántas fracturas tenía. Lo malo han sido las secuelas, que si ahora tengo la movilidad reducida —y mira que me limita eso, tanto para la vida cotidiana como para las regatas— es en buena parte por el jodido accidente de Botsuana. Pero la peor secuela fue que la prensa empezó a revelar cosas sobre las que antes guardaba un prudente silencio. De repente empezaron a salir a la luz y se desató esta malsana curiosidad sobre mi vida y milagros que dura hasta hoy y que, si me apuran, diré que ni haberme venido a Abu Dabi la ha rebajado.

Publicado el 20 de julio de 2023.


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