Diario apócrifo


Capítulo 19

Hostiazo en el delta del Okavango


A estas alturas ya tengo asumido de sobra lo de la abdicación. Emérito o no, soy y seguiré siendo Rey. Me cuesta más tragarme lo de estar expatriado en los Emiratos y que me lleguen sirenas de alarma cada vez que me planteo ir a España a regatear y a estar con los amigos, y a lo mejor pongo punto final a todo eso. Lo de Botsuana está al principio del camino de salida, aunque no en el origen. No tengo duda de que las torpezas de Urdangarin levantaron la veda de la información de la Casa Real que se podía publicar. Pero lo de Botsuana tuvo muy mala leche. Todavía no me explico cómo fue el tropezón, pero el talegazo fue de órdago. Debí de pegar un chillido que se oyó en todo el delta del Okavango, porque inmediatamente entraron varios asistentes a socorrerme. Yo estaba medio aturdido y no tenía conciencia muy clara de lo que me había ocurrido. Mira que he practicado deportes de riesgo y me he dado unos cuantos hostiazos en mi vida. Pero siempre he tenido claro lo que estaba pasando. Es más, incluso te ves a ti mismo en medio del percance y el tiempo parece que se dilata y te dices “a ver cómo acaba esto”. Ese día habíamos llegado con hambre de la cacería; la cena fue abundante y bien regada, y nos quedamos algunos, entre ellos Philip Adkins y yo, charlando. Tomamos unas copas. Pero no estaba borracho, como se ha dicho con muy mala baba, para variar. Yo creo que influyó la oscuridad. El caso es que de pronto me vi en el suelo preguntándome cómo había sido. Antes de que hubiera intentado levantarme con mis propias fuerzas ya estaban los asistentes depositándome con cuidado sobre la cama. Me preguntaban insistentemente si me encontraba bien. Y yo les decía que sí. Un poco atontado, pero bien. De hecho, dormí a trompicones y aunque me sentía incómodo no me parecía que fuera nada del otro mundo. No imaginé entonces que lo peor estaba por venir.

Publicado el 19 de julio de 2023.


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