Diario apócrifo


Capítulo 10

Tríos


Aquí los asuntos de mujeres se llevan con mucha discreción. De puertas para afuera los musulmanes son muy puritanos. Pero mientras las cosas se queden dentro de la casa, no pasa nada. A mí siempre se me han ido los ojos detrás de las mujeres guapas. Bueno, guapas y con cuerpazo, que las mujeres de verdad tienen curvas y a mí me gustan las curvas. A bordo de un Ferrari o de una buena moto y sobre todo de una mujer. En ese sentido, se me ha hecho difícil estar con una sola, la verdad. Incluso Corinna me ha reprochado tener otras novias a la vez que estaba con ella. Es que sus ausencias eran a veces muy largas y yo me divertía con otras. Pero el trío que más ocupado me ha tenido últimamente no ha sido con mujeres, sino el de Fasana, Canonica y Bertossa.

Fasana y Canonica, dos tíos expertos en finanzas como la copa de un pino. Me han llevado mis asuntos con profesionalidad, discreción, diligencia y, lo que más valoro, especialmente después de algunas experiencias desagradables, con fidelidad. De esos dos te podías fiar porque sabías que no te la iban a jugar. No como el mexicano y la Corinna, que al final me la dio con queso y hasta me llevó a los tribunales en Londres. Fasana venía de vez en cuando a La Zarzuela a informarme y traía todo siempre muy clarito. Así da gusto.

El tercero en discordia, el fiscal Bertossa, les dio varios dolores de cabeza. Aunque la culpa de todo la tuvieron los yanquis, que les empezaron a apretar las tuercas a los bancos. Querían pillar los impuestos de muchas fortunas que buscan el refugio que siempre fueron los suizos y tanto los apretaron que aquella confidencialidad, que siempre fue su seña de identidad por excelencia, quedó seriamente dañada. Menos mal que Bertossa no estaba a la altura de los otros dos, porque si no, habría perjudicado mucho a muchos, entre ellos, yo mismo. Pero alguna cornada sí que me dio.

Publicado el 10 de julio de 2023.


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