Diario apócrifo


Capítulo 6

Abdicación


Hoy vinieron a visitarme familiares del jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan. Fue una velada muy agradable, me tratan con mucho respeto y cariño, pero la verdad es que yo me pierdo con una familia tan extensa. Los dignatarios que recibo aquí, en la isla de Nurai, me tratan con mucho respeto, pero también con una cierta condescendencia que me hace recordar que ya no soy el rey de España. Y eso escuece. Ha habido rumores de que me obligaron de abdicar. Es falso de toda falsedad. La decisión de dejar el trono en manos de Felipe la tomé yo solo. En realidad, ya lo había barajado antes. En algún momento de debilidad llegué a pensar en divorciarme de Sofía, abdicar y casarme con Corinna. El peso que la corona pone sobre tus hombros llega a cansar y sientes la tentación de convertirte en un ciudadano privado que vive libremente su historia de amor con una mujer. Aunque creo que en realidad nunca llegué a planteármelo en serio. Lo del apartamento en Londres que había puesto a mi disposición el sultán de Omán fue, paradójicamente, el momento en el que más cerca estuve de irme a vivir con ella, si no fuera por el pequeño detalle de que ya no estábamos juntos. Sí que es cierto que yo tenía esperanzas de que se viniera a vivir conmigo. Pero la relación sentimental estaba ya rota, aunque seguíamos manteniendo la amistad. Lo bueno de ese intento es que algún beneficio saqué de la posterior venta del apartamento. Qué menos. Porque en Omán se instalaron unas cincuenta empresas españolas que, sin mi mediación, jamás hubieran soñado con hacer negocios allí. Ninguno de los empresarios que me acompañaron en aquel viaje sabía que estaba ya en marcha el proceso de mi abdicación. Para ellos era un viaje más de negocios y para mí era la despedida. La última vez que viajé al Golfo con la corona ceñida en mis sienes.

Publicado el 6 de julio de 2023.


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