Diario apócrifo


Capítulo 3

De patitas en la calle


Miro a mi alrededor y todavía hoy me pregunto cómo coño he venido a parar aquí. Es cierto que en un momento dado fui yo quien dio la espantada y decidí salir de España, pero es que ya me tenían harto, que si se está publicando esto, que si se está publicando lo otro. Que si Corinna, que si Lucum, que si Zagatka. Efectivamente no me quedaba otra que largarme con viento fresco. Pero bien poco tardaron en hacer suya la propuesta de que yo abandonara España. Y hasta se permitieron decir que, si me iba a ir, ya había llegado el momento. Si hasta tuve que aguantar que Alfonsín me señalara la puerta de salida de mi propio país, incluso de mi propia casa. Hay que tragar mucha quina cuando un quídam sobrevenido jefe de la Casa Real, que ahora ya no es la mía, te pone de patitas en la calle; a mí, que soy todo un rey. Y, por si fuera poco, todo esto con mi hijo delante. Claro que reaccioné con ira, pues no iba a decir sí y amén a que me dieran por desterrado en plena pandemia. Les solté cuatro gritos. No era una oveja lo que iba a echar un perro de pacotilla con cuatro ladridos. Por lo menos me di el gustazo de que me oyeran insultarlos y recibir mis maldiciones mordiéndose la lengua mientras trataban de mantener el tono cordial que habían pensado para la reunión. Y no les hacía mucha gracia que el destino fuera Abu Dabi. Pero eso lo han tenido que aguantar. Pues no iba a irme a Londres con el horroroso clima que hay allí y, además, teniendo en la puerta todos los días a los asquerosos de los periodistas siempre deseando esparcir basura. Aquí no hay tonterías con la prensa. Y si no que se lo digan a Khashoggi, que porque escribía para el Washington Post creía que podía permitírselo todo. Que fue una pasada lo que hicieron con él, desde luego, pero aquí las líneas rojas están muy claras. Y además, a mí se me respeta y se me trata con arreglo a mi condición real. Como debe ser

Publicado el 3 de julio de 2023.


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