Diario apócrifo


Capítulo 2

Las visitas


Ayer vino a verme mi nieto y echamos unas risas. ¡Tiene unas ocurrencias el chaval! Menos mal que me visita de vez en cuando, y me alegra el día. Porque mis jornadas son soporíferas. Desde que mi nieto se ha ido a vivir a un apartamento cerca del trabajo, otra vez me he quedado solo. Bueno, siempre estoy rodeado de gente, claro, pero son la servidumbre. A ver si Felipe se espabila y aprende a hacer negocios, que es lo que da dinero de verdad. Aunque para los negocios se nace. Claro que con la experiencia algo se aprende, pero hay que valer. Hay que tener una intuición especial para saber de dónde se puede sacar. Yo siempre la he tenido. Veremos qué pasa con Felipe. Con un sueldo nadie se ha hecho rico, por bueno que sea, como es el suyo, pero por lo menos no se convierte en un zángano, que trazas llevaba. Hay que hacer por él lo que el inútil de su padre no ha sabido. Además, aquí no tiene a periodistas y paparazzi todo el día encima de él. Esta gente tiene muy claro quién manda, no como en España que los periodistas se han hecho los putos amos y cada vez que alguna socialite estornuda aparece en toda la prensa al día siguiente.

Esta mañana vi una corrida de toros que me había traído Pedro Campos cuando estuvo aquí. Campos, ahora mismo, es el amigo que me da más vidilla. Él sabe que las corridas me distraen y me trajo un disco duro con no sé cuántas. No es lo mismo verlas por la tele, por cierto, un aparato que ocupa una pared entera, que estar en una plaza. Bueno, también la fisioterapia me mantiene ocupado, pero no divertido. Los fisios son muy majos y yo agradezco sus esfuerzos. Hay que reconocer que los ejercicios que me obligan a hacer cada día me ayudan para ir esquivando la silla de ruedas. Pero todo aquí es pesada rutina.

Publicado el 2 de julio de 2023.


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