Diario apócrifo


Capítulo 1

Monarca con nieto


Me aburro. Desde que estoy en Abu Dabi me aburro como una ostra. Es que no hay casi nada que hacer. Sobre todo en verano, que hace un calor de mil demonios y hay que pasar el día entero bajo el aire acondicionado. Por eso me he animado a escribir cada día estas notas, como un diario. Yo nunca he tenido inclinación a la escritura, pero me servirá para entretenerme y para poner pensamientos en orden. La llegada de mi nieto Felipe —me carga que todos se empeñen en llamarlo Froilán— me ha servido un poco de distracción. Me alegro de que haya venido. Le tengo mucho cariño, desde luego, y además aprecio la confianza de mi hija Elena al mandármelo aquí, para que haga de él alguien de provecho. Cuando todo el mundo, bueno toda la prensa para ser más exactos, me trata de crápula, es un detalle que ella me mande a su hijo al que la prensa también le ha echado fama de crápula y además de tontorrón. Eso es tener confianza en mí. Porque lo que es mi propio hijo, que ha heredado de mí la corona y mucho más, por mucho que él haya dicho públicamente que renuncia a su herencia, parece que necesita ponerse un condón para tratar conmigo. Claro que en eso se parece a su madre: los dos son maestros en ser distantes. Solo con esa pared de hielo que saben poner delante de sí ya te están mostrando todo su desprecio. Pero bueno, como decía, bien que me alegré durante unos días con la llegada de mi nieto y su compañía. En fin, tampoco era cuestión de que estuviera aquí para divertir a su abuelo. Así que le hemos buscado un puesto de trabajo en la petrolera estatal, para que se foguee un poco el muchacho. Y ahora lo han colocado en la preparación de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se va a celebrar en Dubái. Ya le iré yo explicando cómo son las cosas, no vaya a conformarse con ser un asalariado toda su vida.

Publicado el 1 de julio de 2023.


Volver a página anterior